“Recuerdo que cuando ingresé en la Academia de Cine de Praga me preguntaron por qué quería hacer cine, y respondí: «Porque no me gustan las películas que se hacen hoy». Me parecían aburridas, demasiado académicas, demasiado perfectas. Porque yo misma soy imperfecta. Lo que me divierte es la improvisación, inventar cosas más allá de lo que está en el guion. Siempre supe que no existen las reglas.
En Las margaritas quería capturar el estilo de vida de dos chicas jóvenes que quieren divertirse, y que, al hacerlo, rozan los límites de la existencia y destruyen ciertos valores. Basamos la película en la siguiente confrontación: algo puede ser estéticamente hermoso y al mismo tiempo ser una imagen de aniquilación. Sin espíritu, nada es posible. La misma cosa puede ser positiva o negativa, todo depende del punto de vista y de lo que se quiera transmitir. Ahora bien, ¿es sólo diversión y juegos? ¿O hay algo más? Y si es así, ¿de qué se trata?
Creo que el cine debe ser útil. Debe contribuir a nuestras vidas, ayudarnos a ver nuestros problemas, a comprender las cosas.”
— Vera Chytilová