El cine de Hong Sangsoo ya formaba parte de mi vida como investigadora y profesora de cine, pero siempre me ha acompañado también de una manera muy íntima, lo que pronto reverberó en mi creación artística. Cuando vi La mujer que escapó en 2020, supe enseguida que era una de mis películas favoritas, porque reunía una serie de elementos que realmente me conmovían e interesaban: la complicidad entre mujeres, la emancipación de los personajes, la fruta compartida, el gato y el tiempo propio para tomar decisiones. Desde aquella película, había intentado hacer dibujos y pinturas de la obra del cineasta, especialmente de las realizadas en colaboración con Kim Minhee a partir de la década de 2010, que siempre han sido mis favoritas. Poco a poco, las películas que siempre había admirado se hicieron cada vez más presentes en mi trabajo artístico. Intenté asociar los colores que me recordaban a ese universo con los colores de mi mundo como artista y las técnicas con las que experimentaba. Y fue poco después de ver La novelista y su película cuando sentí el impulso de colorear la dulce escena final, que va más allá de la mise en scène construida hasta ese momento en la creación de un registro afectuoso, libre y conmovedor. Fue la pintura que hice de esta escena la que dio origen a esta serie realizada por invitación de Atalante. Una pequeña pintura amarilla, realizada con pasteles al óleo, de un momento feliz y amoroso.
Las nuevas películas de Hong Sangsoo seguían acompañándome, ya fueran en color o en blanco y negro, dispuestas a pensar en cómo eran posibles el color y las nuevas formas. Trabajé principalmente con pasteles al óleo, lápices de colores y, con menos frecuencia, pintura acrílica. Los planos y la memoria afectiva de las películas eran mi principal referencia. Pintar una película se convierte en un gesto mnemónico para conservarla de una manera muy singular. Así, siempre había un color amarillo que remitía a Introduction y al aspecto arquitectónico verde de En lo alto. Delante de ti trataba siempre de lo que veía y de la cercanía del rostro de la protagonista a lo que veía, en la coexistencia entre lo que veía y su estar presente, intentando estar presente y viva. En In Water había una fantasmagoría que quería captar a través de una convivencia entre la saturación de los días en la playa y el desenfoque que propone la película. Por último, Nuestro día me impulsó a trabajar de una forma más humorística, en algo que parece un folleto mural para alguien que busca a un gato querido.