Un siglo después de la publicación de Orlando: una biografía de Virginia Woolf, Paul B. Preciado, filósofo y activista trans, le dirige una carta para decirle que su personaje se ha hecho realidad: el mundo se está volviendo orlandesco. Preciado convoca un casting: “¿Quiénes son los Orlandos contemporáneos?”. Veinticinco personas diferentes, todas trans y no binarias, de entre ocho y setenta años interpretan al personaje ficticio de Woolf a la vez que narran sus propias vidas, junto a una serie de archivos trans de mediados del siglo XX que evocan a los Orlandos históricos reales en su lucha por el reconocimiento y la visibilidad.
El espectador descubre poco a poco las penurias de Orlando a medida que surge el retrato de un ser colectivo con múltiples rostros, voces, cuerpos. La película sigue la misma estructura que la novela de Virginia Woolf: un diario de viaje a través de la historia, a la vez íntimo y político. “Leí por primera vez el libro de Woolf cuando era adolescente en España, mucho antes de saber que la transición de género era posible. El personaje ficticio de Woolf me llevó a imaginar mi propia vida, a desear y a encarnar el cambio. Resulta que con los años me he convertido en Orlando. Mi biografía está hecha de la historia colectiva de miles de Orlandos invisibles. Es una historia de lucha dentro de un régimen binario de género y sexo opresivo. Ser trans no es solo pasar de la feminidad a la masculinidad (o viceversa), sino emprender un proceso de “orlandización” interna: un viaje poético en el que se inventa un nuevo lenguaje para nombrarse a uno mismo y al mundo”.
Una transición de género es un viaje transformador, un movimiento de desidentificación, una práctica de libertad, más que una mera producción de identidad. Así, la película dibuja el retrato de un mundo cambiante y de la revolución de género y no binaria en curso.